Jaco Ríos
Primero: lo formal. Fotógrafo, documentalista, estudiante a puertas de graduarse como Comunicador Audiovisual de la Universidad de Antioquia con su tesis sobre metodologías en la creación audiovisual comunitaria, 21 años y creativo del colectivo artístico Pánico
Pienso que una crítica, para no caer en palmaditas en la espalda, botas lamidas o puñaladas rastreras, debe alejarse de lo pasional, incluso, y sobre todo, cuando ésta sea sobre expresiones artísticas. En este caso, precisamente, hablaré sobre un amigo, un colega, Jacobo H. Ríos, y aunque de antemano diré que su trabajo me gusta mucho -ya los que consumen contenidos por su título y, máximo, primer párrafo se pueden ir-, intentaré alejarme para que desarrollemos una idea clara de su trabajo.
Lo que puede ser obvio para muchos al encontrarse fotos de Ríos, es su fuerte similitud con Cartier-Bresson, al que, obligado, debe tener como referente, no sólo por el “instante decisivo” de éste, entendido no como un oportunismo geométrico mas como ejercicio casi que de predicción del futuro, de lo llamativo como el vuelo de las aves a lo íntimo como la intención de una mirada, sino también por su cualidad narrativa y con mucho énfasis en, sino temáticas explícitas, ambientes, imaginarios, personajes e intenciones Sociales (con S mayúscula), así como el francés. Para ser más claro, no encontraremos foto de H que persiga la belleza en términos greco-estadounidenses, mera matemática, patrones y fórmulas, así como tampoco una foto que no cuente la vida, casi siempre de un otro, con breves excepciones de sí mismo.
Que no se me malinterprete, no digo que sea un plagiador. La iglesia de Bresson tiene muchos adeptos, pero es el proceso, como especificidad de la fotografía, lo que separa la copia del provecho. Jacobo es un humanista, hasta la imagen que robe sin conocimiento del sujeto está antes discutida en términos éticos internamente, es la imagen de un sujeto y no de un objeto; por ello no es sorpresa que las fotos que ha hecho en la Colombia profunda, fuera de su ciudad, sean tan potentes-. Imagino el escenario. Sale con cámara, encuentra la foto y no la toma, si es retrato, busca amistad; si es paisaje, lo disfruta; si es paisaje urbano, es partícipe… y, ahí sí, obtura.
“Agarrar pueblo” puede ser distinto si detrás de la cámara no hay un hijueputa.
Eso sí, que no me lo pongan en estudio a construir la imagen, déjenmelo documental. Por lo menos en lo que he visto, en estos casos, con una obsesión por lo simbólico, de seguro adoptada por culpa de su sensibilidad para encontrar simbolismo en la realidad, sobrecarga las fotos al punto del onanismo, de comprensión sólo para sí que sólo compensa con artilugios visuales.
Y es que es la técnica el último punto que quiero tratar, pues no hay mucho que decir, se hace obvio que este man sabe tomar fotos, que incluso en estudio, si le piden que haga tal cosa, la hace al pelo de lo pedido, sólo quiero resaltar un elemento que no se me sale de la cabeza, que ni siquiera sé si mantiene, pero al verlo reiteradamente en su trabajo se me hace un error convertido en acierto, en discurso, y es que, normalmente, los que tomamos fotos, por descuido no limpiamos nuestros objetivos antes de capturar y al momento de la edición nos encontramos con “gusanitos” de polvo o cualquier otra cosa por sobre la imagen, prácticamente como si tuviéramos una cámara con miodesopsias. El caso es que a Jacobo H. Ríos, le vale madre, así las publica y es consciente de ello. Habría que preguntarle cuál es la intención de esta impronta, pero dándonos derechos interpretativos, a mí se me hace que lo usa como evidencia de la mentira que es la fotografía, como un aviso, para quien observa la foto, que dice más o menos: “Atención. Esta no es la realidad, es sólo una fotografía”.
Esteban Ruiz Lopera - @LatrodeLux