Camila De los Ríos
🖋 Por: Diego Niño
Cada foto de esta colección es una galaxia torcida, desencajada, perdida. Es un puñado de vidas que sobrevuelan la noche y la soledad como insectos que rodean el bombillo. Es una mirada que propone, una mirada que explora sin dejarse tentar por la censura. Es una mirada que fluye como un río.
En las fotos no hay ruido a pesar de que se tomaron en el centro de Medellín. Ese espacio geográfico y humano que en el día ruge como una borrasca de motores y en la noche se desocupa como un globo que se desinfla en una esquina de la fiesta. Ese rincón del universo que se llena de sombras que se embuten en los casinos que fulguran en la oscuridad.
Los casinos prometen una fortuna a cambio de una moneda que hace girar engranajes empujados por los caprichos del azar. Segundos después sobreviene la mirada que cuenta el puñado de monedas o los ojos que contemplan el techo buscando la señal de Dios (que ya tiene su elegido).
En la máquina del lado retumban las sirenas al tiempo que cae las monedas como una catarata gris. El hombre grita, se arrodilla, se persigna sin notar la desesperanza de su vecino (que está arqueado, como si su cuerpo estuviera hecho de trapos viejos. Pero esas no son todas las sombras).
Pero no todas las almas se juegan la vida en los casinos.
Pero no todas las almas se juegan la vida en los casinos.
Otras se juegan la vida con amores de un rato. Buscan mujeres que esperan al cliente con quien se desvestirán en un silencio apenas interrumpido por las preguntas protocolarias: ¿cómo te llamás? ¿A qué te dedicás? Después sobreviene el ritual milenario con el que el hombre cura la angustia de existir. Pero todo será un engaño: el orgasmo le traerá la desesperación del adicto, la culpa del pecador, la lepra del leproso.
Todas esas vidas, todas esas angustias, se tejen a pocas cuadras (algunas veces frente) a templos esparcidos por la ciudad como las bendiciones que no les llegan a todos. Templos que nos recuerdan que nuestra existencia es una sombra en la eterna y pesada noche.
Vea la serie de Camila de los Ríos acá
Todas esas vidas, todas esas angustias, se tejen a pocas cuadras (algunas veces frente) a templos esparcidos por la ciudad como las bendiciones que no les llegan a todos. Templos que nos recuerdan que nuestra existencia es una sombra en la eterna y pesada noche.
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